Aunque comúnmente asociamos la inequidad con la distribución de ingresos y oportunidades económicas, también está estrechamente inscrita en diferencias estructurales del territorio. Los asentamientos informales producen inequidad al cementar y perpetuar condiciones urbanas de exclusión y diferencia. Transporte urbano, servicios públicos, educación y capacitación son categóricamente distintas para personas que viven en un asentamiento informal versus aquellos que viven en los segmentos planificados de la ciudad. En Caracas, por ejemplo, la densidad poblacional dentro de los barrios, como se les llama en Venezuela, es entre 3 y 4 veces mayor a la de sus vecinos formales, (fig 1) sin que sea compensado por mayores dotaciones de espacio público y servicios urbanos. Más aún, el limitado acceso a oportunidades repite ciclos de pobreza y crea un terreno fértil para que los jóvenes opten por un proyecto de vida junto a bandas delictivas, y sus pares femeninos trunquen su formación con el embarazo adolescente.
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